No creo que sea un delito regar las plantas a las once de la noche de un lunes, con luna llena para más señas, mientras, fatal casualidad, Paquita pelaba la pava con Aurelio diez metros más abajo. Yo solo estaba con mis geranios, atenta a sus hojitas, y entonces pasó rasante el pájaro y me despistó. No se crea señoría que no me dio pena –dígaselo usted, señor abogado–, que casi sobrepaso el marco y voy detrás de la maceta, con todo el aleteo que hice para intentar recuperarla al vuelo. Pero no hubo manera y le cayó en toda la azotea, con perdón, a la cínica…, esto… víctima, huy, no sé lo que me digo… Él en cambio se libró por los pelos, el traidor.
Lo cierto es que está cargada de razones y a pesar de ello no tengo claro si creerla.
ResponderEliminarBuen micro.
Pues sí, algo huele mal en esto de que el tiesto se callera solo. La clave está en ese "traidor" con que termina. Gracias, Ángel por visitarme.
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