Ahora ya vestido parecía un príncipe. El traje oscuro hecho a
medida le quedaba como un guante. El chaleco aportaba un plus de elegancia, y
combinaba perfectamente con esa corbata de seda que yo le había anudado
primorosamente. Los zapatos de charol brillaban como espejos. Su pelo negro,
peinado hacia atrás, le daba una prestancia a la que el fino bigote añadía el
toque final. Bien es verdad que no cabría afirmar que unos expresivos ojos iluminen
su cara. Tampoco que su boca anime su semblante con una sonrisa cautivadora. A
veces me duele no poder decir aquello de “levántate y anda”.
Relato presentado a "Relatos en cadena". Semana 19. Febrero 2020.
Felicidades por la apertura del Bloc, Antonio. Si te gusta escribir, es una muy buena idea para ordenar tus letras.
ResponderEliminarPor cierto, buen giro en tu relato.
Saludos y a seguir intentándolo.
Muchas gracias. Esa es la idea, tener un lugar al que poder remitir a posibles lectores. Un saludo.
EliminarFelicidades por tu blog, Antonio. Buen relato. Saludos y un abrazo
ResponderEliminarGracias, Pablo. Es un placer recibir tu comentario en mi blog, sobre todo en un momento en que todos vamos directamente al muro de FB. Un abrazo.
EliminarExcelente comienzo.
ResponderEliminarGracias. Lo que bien empieza...
EliminarMuchos y exigentes lectores, eso te deseo, amigo Toribios. Que vaya genial.
ResponderEliminarGracias, amiga Valdés. Espero estar a la altura de esos excelentes lectores.
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