miércoles, 20 de octubre de 2021

EXPIACIÓN

       Y pagar la entrada para acceder a él no era al fin y al cabo lo peor. El monstruo acomodaba su deformado cuerpo en varios cojines damasquinados. Una joven ricamente ataviada era la intérprete que le hacía llegar las preguntas del público. Generalmente versaban sobre su origen o su vida cotidiana. Pero había almas perversas que le hacían sufrir con crueles invectivas y provocaban en él crisis violentas que solo se aplacaban cuando se sacrificaba ante sus ojos al ocupante de la localidad que la suerte hubiera designado. Solía tocarle al más inocente de la sala.



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      Y pagar la entrada para acceder a él, y aguardar largas horas en salas atestadas, y sentir fluctuar la esperanza como la luz en los días nubosos del otoño. Eso era lo más penoso, sobre todo cuando, tras conseguir acceder a la cámara del nigromante, este la despachaba con noticias vagas y actitud displicente. Pero hubo un día venturoso en que oyó por fin la profecía y supo con certeza que de ella nacería el príncipe de las Tinieblas.


"Relatos en cadena". La frase era: "Y pagar la entrada para acceder a él".



HISTORIA NATURAL

       El bosque estaba ahí, esperando a ver en qué quedaba lo de aquellos niños que iban dejando migas al pasar. Los abedules eran los más curiosos, y los sauces los de mayor implicación sentimental. Por entre dos robles brillaron un instante las orejas puntiagudas del lobo. “Ten cuidado”, dijo el álamo agitando las hojas, pero la niña del gorro encarnado siguió cogiendo flores tan tranquila. Retumbó la tierra de repente y muchas ramas se quebraron bajo las colosales botas de un gigante. Solo las zarzas mantenían la calma en su quietud mientras protegían el sueño profundo de la bella.



ROJO Y VERDE

         El bosque estaba ahí, esperando, mientras ellos se entregaban al ritual del amor bajo la maternal mirada de la luna. Faltaba horas aún para que las tinieblas se dispersasen arreadas por la fusta del alba, cuando él se calzó las botas, se enfundó en la pelliza y, con una mano en el viejo fusil y la otra en el rostro arrebolado de ella, se despidió con un “hasta siempre” mientras se volvía a internar en la espesura. El hijo de ambos aunó en sus venas la fiereza indomable del rebelde con la serenidad que da la savia de las paleras y los olmos.


"Relatos en cadena". Frase inicial: "El bosque estaba ahí, esperando".

JUEGO DE AZAR

       Descansaba durante el día, al amparo verde de las hayas, y dedicaba la noche a andar en pos de la frontera. Imaginaba las fichas azules de su prima Merche, recorriendo el tablero hacía no tanto. Algunos chozos le recordaban las casillas del “seguro”, pero normalmente sentía en el pecho la angustia de encontrarse en campo abierto e intuía el discurrir de números, como en una desventurada cuanta atrás. Se ocultaba cuando emergía la gran ficha amarilla por las peñas. Cerca ya de la meta, una bala le recordó de pronto que esta vez su color era el rojo de la sangre.



Micro presentado  a "Relatos en cadena" de la Ser.