Descansaba durante el día, al amparo verde de las hayas, y dedicaba la noche a andar en pos de la frontera. Imaginaba las fichas azules de su prima Merche, recorriendo el tablero hacía no tanto. Algunos chozos le recordaban las casillas del “seguro”, pero normalmente sentía en el pecho la angustia de encontrarse en campo abierto e intuía el discurrir de números, como en una desventurada cuanta atrás. Se ocultaba cuando emergía la gran ficha amarilla por las peñas. Cerca ya de la meta, una bala le recordó de pronto que esta vez su color era el rojo de la sangre.
Micro presentado a "Relatos en cadena" de la Ser.
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