Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos estaba yo indeciso. Tenía que ir a dar el pésame a un conocido; en ciertas edades, ya se sabe, cuando no es uno es otro. Pero llovía a cántaros y suponía que mi paraguas olvidado estaría en la oficina, a la misma distancia que el infausto lugar. Así que, aquí me tienen, como el asno aquel de Buridán, sin saber qué pesebre elegir. Miro al frente y vislumbro que alguien me requiere con gestos imperiosos desde un bar. Uno en que ponen excelentes calamares fritos. Cruzo la bisectriz hacia el ángulo ápice.
lunes, 12 de diciembre de 2022
…SIN QUE NADIE LO VIERA
Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos hay trescientos veintisiete pasos, siete portales, dos fruterías, un estanco, una floristería. Lo he recorrido muchas veces, cada vez que llovía, con la disculpa de recuperar un paraguas extraviado. Siempre salía con uno más viejo y tu sonrisa nueva, como nacida del rocío. Llegamos a intimar, a saber de achaques y parientes. Hoy he pasado antes por la floristería. He dejado el crisantemo junto al paraguas olvidado…
Relatos en Cadena. Jornada 10. "Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos..."
Suscribirse a:
Entradas (Atom)