– Le daré tiempo, Hernández.
– ¿Tiempo? ¿Qué tiempo? Solo quiero dormir.
– Tiene por delante toda la Eternidad, pero ahora debe pasar la prueba.
– ¿Un examen?¿A estas horas?, pero si ni siquiera ha sonado el despertador.
– Hernandez..., no me obligue a tomar medidas, está usted en un tris de hundirse en el averno.
– El “averno”…, será cursi.
Suena el despertador y salta Hernández de la cama con sensación de alivio. Le dura poco, pues se acuerda de que hoy vienen los inspectores a hacer la auditoría. Y siente que la tierra cede bajo sus pies.
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