La propia de los buenos
espantapájaros, esa es la pinta de
Roque. Y no es que vaya andrajoso, ni lleve encasquetado un sombrero viejo de
paja, no, que él es atildado. Pero, es llegar a un sitio y hacerle todo el
mundo el vacío. Lo mismo que si fuera uno de esos muñecos rellenos de paja,
olvidados en un campo donde ni los pájaros los miran. Harto de esto, fue Roque
a un psicólogo. Le pasaron a una sala de espera confortable. Como tardaban en
llamarle, acabó dormido. Soñó que era extrovertido y popular. El psicólogo
nunca llegó a enterarse de su presencia.
Microrrelato enviado al concurso "Relatos en cadena" de la SER. La frase de comienzo era: "La propia de los buenos espantapájaros".
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