martes, 18 de febrero de 2020

DEL OTRO LADO

Casi todas las noches se le aparecía cuando lo tangible hace equilibrios en la cuerda floja del sueño. Iba muy elegante, con un traje de chaqueta claro. Azul algunas veces, de ese transparente de las mañanas de primavera; otras blanco, con la textura algodonosa de las nubes. Su rostro era el más dulce que nadie pueda imaginar, y de sus ojos grandes emanaba el cariño más puro. En el hospicio, Juan no estaba sobrado, y la presencia de la “señora”, como la llamaba en su interior, llenaba en parte el hueco de una madre. Nunca confió a nadie su secreto, como temiendo que ella no volviera.
 Cumplió la edad y salió Juan al siglo, y en medio del tráfago siguió teniendo el oasis de esa presencia. Tras mucha soledad, encontró el muchacho una mujer a la que quiso, se abrió camino y tuvo hijos. Pero siguió guardando para sí el secreto de su gozo más íntimo.

Llegó Juan a esa edad en que todo se atenúa, y la dueña secreta de su alma dejó de visitarle por un tiempo. Llegó justo para cerrar sus ojos, que miraban sin ver.


Relato enviado al blog "Esta Noche te Cuento" para participar en el concurso con teme "la belleza". Febrero de 2020.

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