“Quizás
sea mejor no llevarles la contraria”, dijo
papá mientras limpiaba sus gafas con escrúpulo
desusado y falsa indiferencia. Desde por la mañana habían ido
llegando con sus monos reflectantes y sus gafas de buzo. Primero
desinfectaron el sótano y fueron ascendiendo hasta el desván.
Muebles y objetos adquirieron una pátina gris y uniforme de oficina
antigua. Luego colocaron sus máquinas parpadeantes, con luces y
palancas que recordaban alguna película en b/n de marcianos. Pero la
nave, que por cierto había arrasado los rosales, venía de Venus,
nos dirían días después, cuando ya fuimos cogiendo
confianza.
Excelente bien conciso
ResponderEliminarGracias, Amalia.
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