“A la
oportunidad la pintan calva”, decía siempre mi abuela. Nunca entendí el
significado estricto de la frase, pero sí su sentido figurado. Y yo vi la
brecha precisa para colarme en la felicidad el día que conocí a Fuencisla. Fue
en la cafetería de Derecho, donde había entrado de casualidad. Me sumergí en
sus ojos y aún no he emergido. Que mi pasión fuera la Ciencia y detestara las
leyes y los códigos no fue un obstáculo. Ella soñaba con un abogado y no era
cuestión de defraudarla. Así que cogí con ganas el derecho positivo y aprendí a
discriminar pruebas, a escribir alegatos y a poner de relieve la desigualdad de
mis clientes. A escondidas colaboraba con un laboratorio. Que descubriese yo la vacuna fue pura suerte. Lo malo es que
ahora me llaman de Estocolmo y no sé cómo decirle la verdad.
Relato participante en el XII Concurso de Microrrelatos de Abogados. Mes de marzo. Las palabras obligatorias eran: brecha, desigualdad, discriminar, oportunidad y positivo.
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