lunes, 28 de septiembre de 2020

DESESPERANDO

Ya estoy en casa y Elías sigue sin llegar. Me dijo: “Tomo un vaso y enseguida voy, ratita”. Me llama siempre así cuando pretende ser simpático o cuando quiere hacerse perdonar. Un vaso. Si fuera solo uno… Y sabiendo que no debería, que siempre acaba mal. “Ratita, no me digas lo que tengo que hacer”. Y gritos, y peleas. Le estoy esperando y sigo sin oírle llegar. Y va para diez años. “Un carro de fuego”, decía siempre él, “ratita”. Y claro, yendo en llamas no vio al tráiler que lo arrolló. Y va para diez años y… cincuenta minutos.



Relatos en cadena, la SER.

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