lunes, 27 de diciembre de 2021

AQUELLOS DÍAS AZULES

         Abrir los ojos y encontrar las robustas vigas en el techo hace al corazón henchirse con la blandura de la leche cuando hierve.

En la cocina ya se afana la abuela ante la lumbre. Todo tiene para el niño esa luz especial de las primeras veces: las baldosas de rombos, el escaño, la radio en su templete, el vasar, la ventana que promete intemperie, y el borboteo de la olla en la chapa.

Qué festejo seguir por el zaguán la falda negra, salir a la huerta y llegar al cubil. Qué oscuro, pobre gocho. Y el hocico que emerge con gruñidos de gozo. Gochín, gochín, sobre el lomo espeso.

Y fuera las gallinas, con su mirar de papiro egipcio y sus patas de bailarina cautelosa.

Sultán golpea al niño con su rabo inquieto, mientras la abuela se dirige al pozo. Cuidado, niño, no te arrimes. Profunda oscuridad, y el golpe del caldero contra el espejo imaginado. Luego, el chapoteo alegre al emerger.

Hay que desayunar para salir al prado mientras haya aún rocío sobre la hierba. Y luego un presente interminable de emociones, de tábanos, de espigas, de balidos, de sol.



Contribución al concurso de relatos de "Esta noche te cuento". Tema: alegría y felicidad.


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