Sus
deseos de comprarlo todo en Marte fue
lo que nos puso sobre la pista. La tía Leocadia siempre había sido
un poco dada
al esnobismo.
Ya de niña le gustaba comprar las chuches en los quioscos del
centro, y de joven presumía de modelitos exclusivos que una amiga le
traía de Londres. Pero desde que inauguraron los vuelos espaciales
estaba enviciada. Así que nos pusimos a espiarla y fue cuando
descubrimos la suplantación. De momento seguimos viviendo como si no
supiéramos que, debajo de esa careta con los rasgos de tía Leo, hay
un monstruo verdoso con trompetillas en las sienes.
muy bueno me has hecho sonreir
ResponderEliminarGracias. Me alegro mucho.
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