martes, 31 de agosto de 2021

ONOFRE

         Decir que Onofre tenía mal genio sería quedarse corto. A Onofre, apenas le rozaban la fibra sensible, le corría por el cuerpo una tromba de fuego que emergía por los ojos en forma de abrasadoras llamaradas. Algunos en el pueblo decían de él que parecía el mismo demonio.

Con este sambenito, a Onofre cuando mozo no le había sido fácil encontrar quien le quisiera. Las chicas le rehuían en la verbena, a sabiendas de su facilidad para entrar en estado de ignición, y acababa a trompadas con algún forastero desprevenido e ignorante del mal gerol de aquel sujeto con aire de angelote.

Y es que nuestro Onofre tenía el aspecto inofensivo de un osito de felpa. De hecho sus ojos, redondos y en permanente expresión de asombro, parecían diseñados por el dibujante de una serie japonesa.

Pasó Onofre una vida difícil, prisionero de aquella bestia que anidaba en su interior, hasta que conoció a Hermelinda. Era su gesto adusto y desabridas sus maneras, pero en su interior anidaba todo el amor del mundo. Un amor intacto y puro que anegó las entrañas de Onofre hasta apagar su fuego por entero.

 


Relato presentado al concurso Esta Noche te Cuento. El tema: el enfado y la ira.

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