Empezó a llorar y ya no supo cómo parar. Lloraba por su vejez solitaria y
miserable. Por la muerte de ese padre al que tanto quiso. Por Salvador, su alma
gemela, que se había ido antes de tiempo. Por ese trabajo que perdió por falta
de valor. Por la renuncia a su ilusión más viva. Por la excursión prometedora a
la que no la dejaron ir. Por aquel primer beso y el vacío que dejó. Por la
Nancy que nunca tuvo. Por ese chupachups
gigante de fresa y nata que su madre, tan ajena a lo hondo de su deseo, se
niega reiteradamente y sin flaqueza a comprar para ella en el quiosco del
paseo.
Micro participante en "Relatos en cadena" de la Ser. La frase de comienzo era: "Empezó a llorar".
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