Aplaudieron tanto al verdugo por su corte impecable que las
autoridades no tuvieron más remedio que concederle las dos orejas.
oOo
Todos aplaudían al tirano a su paso. Cuando cayó fulminado
se pusieron a aplaudir al francotirador.
Cuando dejó el teatro se implicó activamente en las redes
sociales. Los “me gusta” atenuaban su adicción a los aplausos.
De niño sus padres le aplaudían por todo, por vestirse, por
andar, por usar la bacinilla. De adulto la vida se le hizo insoportable.
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