Los cálculos son falsos, como las
ilusiones, pensó Ibrahim mientras, suspendido a cuatro metros sobre el suelo,
sentía cómo las fuerzas le abandonaban y su cuerpo caía en dirección al suelo
con una aceleración de 9,8 metros por segundo al cuadrado. Ibrahim rebobinó en
su mente, durante la fracción de tiempo resultante, las imágenes penosas del desierto,
los golpes, la sed y el marasmo enloquecido de caminos y fronteras. Un
milisegundo antes de oír el chasquido de su tibia al romperse, pensó con
amargura en para qué diablos le serviría a un cojo ser licenciado en físicas.
Micro presentado a "Relatos en Cadena" de la Ser.
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