Y ella finge que se lo cree. Que es toda su vida para siempre. Que con
ella su dicha es absoluta. Que no desea otra cosa que vivir en sus ojos. Que
nada le falta. Que se esmerará en cuidar de que no goteen los grifos. Que incluso
aprenderá esa mezcla perfecta de ceras y pigmentos que hacen que el parqué
reluzca como nuevo. Pero, en el fondo, sabe que él un día desplegará las alas y
volverá a las altas regiones donde todo es más puro o lo parece.
Me gustó tu relato, Antonio. Ese aire poético le da mucha sonoridad, pese al tono melancólico de la historia.
ResponderEliminarLo seguimos intentando.
Saludos.
Muchas gracias, Alfonso. Ahí seguimos.
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