Sonia leía tumbada en la playa. Absorta en la lectura, le era ajeno el trajín de las familias que iban tapizando el espacio de colores chillones. Tampoco oyó los gritos de los primeros bañistas al romper las olas con sus cuerpos. La novela trataba de los amores de un piloto de combate con una chica lánguida aficionada a la lectura. Si Sonia tuviera el don de volar vería una amalgama de personitas y sombrillas allá abajo. Uno de esos seres diminutos es Alfredo, lector también como ella de Pájaros de fuego. Coincidirán en el chiringuito y acabarán volando juntos. O no. Quién sabe.
Relato participante en la XV edición de Relatos en Cadena. Semana 32.
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