El ruido de un tiroteo consiguió animarles de nuevo. Hace años que los únicos sonidos que oyen son las voces de los vecinos en el patio, la música del pick up y los aleteos de las palomas. Ruidos banales de vidas tranquilas. Pero ahora, esos disparos despiertan en ellos ecos olvidados. Una mirada basta para que ella busque su colt 45 entre la ropa blanca de la cómoda. Las armas largas siguen en la casa de empeños. El regreso de los niños del colegio les devuelve a la realidad. “Clyde, los techos necesitan una mano de pintura”, dice Bonnie con resignación.
Micro enviado a "Relatos en Cadena".
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